viernes, 15 de mayo de 2009

Coplas

Recuerde el alma dormida, avive el seso y despiertecontemplandocómo se pasa la vida,cómo se viene la muerte tan callando,cuán presto se va el placer,cómo, después de acordado,da dolor;cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasadofue mejor.

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar,que es el morir;allí van los señoríosderechos a se acabary consumir; allí los ríos caudales,allí los otros medianosy más chicos,y llegados, son igualeslos que viven por sus manos y los ricos.

Este mundo es el caminopara el otro, que es morada sin pesar;mas cumple tener buen tinopara andar esta jornadasin errar.Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos,y llegamosal tiempo que fenecemos;así que cuando morimosdescansamos.

Decidme: la hermosura, la gentil frescura y tezde la cara,el color y la blancura,cuando viene la vejez,¿cuál se para? Las mañas y ligerezay la fuerza corporalde juventud,todo se torna gravezacuando llega al arrabal de senectud.

Los placeres y dulzoresde esta vida trabajadaque tenemos, no son sino corredores, y la muerte, la celadaen que caemos.No mirando nuestro daño,corremos a rienda suelta sin parar; desque vemos el engañoy queremos dar la vuelta,no hay lugar.